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Cosas que hacemos y decimos la gente-por Blanca Gómez López

28/05/2007

El Café Comercial. Yo, sentada con un refresco y, precisamente, pensando en si me apetecía escribir algo en algún tipo de blog. Hacia la una de la tarde. Aquello, casi vacio. Delante de mí, la típica pareja que se ve a estas horas tomando café: hombre y mujer, en sus 50, hablando de sus proyectos... la típica relación a media distancia, vaya, pero de gente mayor y progresista de los de toda la vida.

Yo les miro y me imagino que uno de ellos -sí, creo que es ella- desea secretamente al otro desde hace años, y que ésa es la razón por la que la relación nunca ha ido a más intimidad, y por la que, de hecho, a él ella le resulta hasta pesada...

Se van. Me concentro mejor en mis cosas, al poder dejar de pensar de dónde será ese acento -el de ella-. Yo diría que yanki, por cierto.

El camarero comenta, al único otro cliente -¿por qué no me lo ha comentado a mí? Creo que tengo que hacerme mirar lo de mi sociabilidad, desde luego- que alguien se ha dejado una bolsa llena de cosas debajo de una mesa. Comenta, ya que está, la frecuencia con la que esto pasa, algo sobre las características de las bolsas de plástico en general... un montón de cosas, en realidad. Qué capacidad de comentario.

Yo, mientras tanto, me imagino a alguien en algún punto de Madrid que se da cuenta de que ha olvidado su bolsa. Con el currículum dentro. Y que la entrevista empieza ya, y que no lo ha traido.Y en cómo reflexiona sobre la ironía de las oportunidades únicas...en fin. Vuelve el silencio.

Alguien reclama la bolsa. Mira, pues no ha habido drama, qué buena noticia. Anda, si es ella. La yanqui. A grandes voces, nos llama la atención a todos sobre que sí, que confirma que es su bolsa y sobre lo despistado de su forma de ser. Se sienta, a llamar por teléfono un momento.

Yo pienso en que es normal, que si se ha olvidado sus cosas ahora llegará tarde a algún sitio -a entregar, probabelmente, ese proyecto de festival que finalmente demostrará que el cine austríaco todavía tiene mucho que decir... - y que, ya que ha vuelto a entrar, mejor se está hablando sentada en el Café Comercial que en los bancos de la calle. Con el día que hacía, ya os digo yo que sí. Pue eso, que será un momento. Que ahora se irá.

Pero no: cuando acaba esa conversación, se pide una coca-cola. Y llama a alguien más. A este alguien empieza preguntándole por las niñas, conque. Se confirma. Quería rehuirle. A "él", claro está. Al él que tan claramente deseaba en silencio.

Yo sólo puedo admirarla. Qué manera de echar a alguien de una cita. Qué manera de que te dé igual lo que pensemos el resto -todos la hemos oído decir que tenía prisa, Juan, que es que no hay tiempo nunca para nada...-. Imagino entonces que él, hace años, le pidió la mano. Toda era al revés de como yo lo había imaginado. Ella se horrorizó. Y eso que quererle, le quería. Nunca volvió a ser lo mismo. De hecho, qué digo, nunca volvieron a hablar. Hasta ayer por la tarde. Él quería quedar. A ella la proposición no le producía más que pereza, pero no ir la hubiera convertido toda en culpabilidad.

Lo único que había ocurrido allí es que dos tíos se habían tomado algo y uno de ellos había vuelto después a hablar por teléfono. Pero, igual que las cosas pasan aunque nadie las vea, las cosas pasan de una manera concreta aunque alguien las vea. Si nadie las ve, su significado puede cambiar definitivamente. Si alguien las ve, mucho más.

Eso es lo divertido de lo de vivir aquí todos juntos.

3 comentarios

clara -

De momento van dos de dos, dos tipas que pasan de dos tipos, dos tipas que empiezan no siéndolo y acaban siendo protagonistas.

blan -

Eso parece, y eso es lo divertido, pero la verdad es que igual no los hay -más llá de la coincidencia espaciotemporal de ella y esa silla-.
Pero vaya, que a mí lo que me hace ilusión es contar cosas que veo, no pasa nada si no van a ningún lado. Más bien es mejor

Manolo -

Pero hay unos motivos por los que la chica vuelve a sentarse en el Comercial independientemente de si la habéis visto o no, ¿no? Al menos, podría ser así (podría ser también que el hecho de que la hayáis visto haya influido en que vuelva, en plan "me pone que estos me vean pasar de Juan").