Blogia
Cosas que hacemos y decimos la gente-por Blanca Gómez López

09/07/2008

 

uando nos sonrió, decidimos devolverle la sonrisa. Éramos cómplices. Nos entendíamos, al menos, a mí no me cabía la menor duda. En realidad no me cabía desde justo antes de que sonriera, porque a mi entender tales imágenes sólo podían despertar un tipo muy concreto de reacción, de manera que sólo podía ocurrir que ésta fuera compartida por todos los espectadores. Pero es que, además, ella había tomado la determinación de confirmar mis sospechas al respecto de que la compartíamos, la reacción. Nos había sonreído, y ya estaba todo claro.

Las imágenes mostraban extirpaciones quirúrgicas de pechos a pacientes con cáncer. Todo muy de cerca y con mucha sangre.

La emisión tenía lugar en las pantallas de televisión que se encuentran repartidas a lo largo del andén del metro.

Ella era la única otra espectadora del minirreportaje. Se sentaba en el mismo banco que nosotros, aunque algo más cerca de la pantalla que mirábamos los tres.

Nosotros éramos dos.

Mi reacción fue la de tratar de hacer explícito, por medio sobre todo de en principio exageradas caras de sorpresa, mi estado de incredulidad. Incredulidad porque uno va en metro y va pensando en sus cosas y no espera encontrarse una realidad tan dura tan de repente, por un lado, con lo que no consigue reaccionar con el nivel de congoja que tal realidad requeriría, pero es que por el otro tampoco puede esperar encontrarse una tan de vísceras y sangre, y siente rechazo, y no se  acaba de creer que a alguien le haya parecido que sin duda ésa era la emisión apropiada para ese momento y luga. Total: que, por mi parte, incredulidad y caras de sorpresa.

Y ella nos sonrió, y éramos cómplices y nos entendíamos y yo tenía un poquito más de razón sobre que la mía era la única reacción posible.

Y es que una sonrisa en aquella circunstancias significaba eso, complicidad. ¿Qué si no? Podía habernos transmitido su asco, su preocupación, su indiferencia, su sorpresa. Pero se limitó a sonreírnos, a subrayar el acuerdo, y no la sensación concreta que ella pensaba objeto del acuerdo. Una sonrisa se la juega al error, desea que exista la idea de que se comparten sentimientos incluso arriesgándose a que no sea cierto.

-”No hace gracia,en realidad no sé si os habéis fijado pero se trata de un tema bastante dramático”.

Así, tan de pronto. Habló, y dijo que no hacía gracia y que en realidad no sabia si nos habíamos fijado pero que se trataba de un tema bastante dramático.

Si para ella nuestra sonrisa, la última, la que le devolvíamos, le ofendía porque reflejaba una inexistente gracia del vídeo; si la suya, ahora lo sabíamos, nunca pretendió expresar entendimiento ni acuerdo; si  tenía su origen causal en cualquier otra característica de la situación que, además, se nos escapaba... entonces yo no había entendido ni entendía nada de lo que había estado pasando allí.

Fue justo en el momento en que ella hizo explícito que no nos entendía en el que nosotros nos dimos cuenta de que nunca la habíamos comprendido a ella.

Pues eso. Que la incomprensión nunca se da únicamente en una dirección. Muchas veces ni siquiera cuando parece no darse por ninguna.

4 comentarios

chafandika -

Joder qué frase tú.

"Una sonrisa se la juega al error, desea que exista la idea de que se comparten sentimientos incluso arriesgándose a que no sea cierto."

Me quedé ahi un rato bastante gilipollas pensando. Me gustó mucho esto.

Blan -

Ya, supongo que, como muchas veces, si lo pienso un poco ma's se acabo' el algo que contar, y claro.

Clara -

Estoy con la hipótesis fístrica de Manolo. Para mí que al principio le hizo también a ella pseudogracia vera aquellas imágenes, pero al ver que vosotros dos también estabais en el nivel jaja decidió quedar por encima. Y os reprendió. Así ella parecía superior moralmente, porque entendía lo dramático del cáncer. Y vosotros no, porque sonreíais. Es todo un juego muy sutil.

Manolo -

O eso, o que era una fistra que cambió de idea a mitad de sonrisa.