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Cosas que hacemos y decimos la gente-por Blanca Gómez López

25/11/2009

 

En el portal de mi casa, en la puerta que da a la calle, alguno de mis vecinos ha colgado un cartel, el contenido del cual paso seguidamente a transcribir aquí:

SE VENDE PISO EN ESTA FINCA.

2 HABITACIONES EXTERIORES, EXCELENTES CONDICIONES.

INTERESADOS CONTACTAR

POR FAVOR CON EL 6XX XXX XXX

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ESTE CARTEL HA SIDO AUTORIZADO POR

EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA FINCA, EL SEÑOR NOSÉQUÉ.

 

La transcripción de encima corresponde a la cara del cartel que se ve desde la calle. La de la debajo, a la que se ve cuando bajas las escaleras y te dispones a salir del portal.

No sé en qué orden resultaba más probable que los habitantes del portal leyéramos por primera vez las caras del cartel, supongo que depende de la hora exacta en que fue colgado y la tasa de paro existente entre los miembros del susodicho inmueble. Lo que sí sé es que yo vi la cara de fuera, al día siguiente vi la cara de dentro, y algo me molestó. Pero... ¿qué?

 

Supongo que el texto de ambas caras deja intuir un tono, según los diversos públicos y fines para los que una y otra fueron concebidas: amigable y dicharachera la de fuera, seria y distante la de dentro. Es lo suyo, y no debería llamar la atención, y mucho menos la molestia. Pero entonces...

 

...si no se trata de la diferencia de tono, si ésta me parece la única posible... ¿es el propio cálculo de la diferencia lo que me molesta? No. No me parece posible. Si me parece bien el producto de una decisión no me puede alterar, ni siquiera mínimamente, su proceso...o a lo mejor es que no existe, la diferencia, y el hecho de que me parezca apreciarla es una pista sobre lo que me pasa... vale, entonces, ¿la hay ? ¿o es sólo que le presupongo la intención que le presuponemos casi siempre a cualquier mensaje que intenta vender algo, por un lado, y al que intenta defenderse a posteriori de hacerlo en propiedad común, por el otro? Seguramente sí, lo segundo, digo, porque la cuestión es que el autor del cartel sólo puede estar a la defensiva, y yo sola lo acabo de evidenciar intentando expresar sus intenciones, después de intentar vender el piso, esto es, si el cartel fue concebido para leerse en un único orden: en el que yo lo leí. Soy majo con los transeúntes, a ver si me compran el piso, y tú lo has visto, y es un cartel muy grande que está en la puerta, y pronto ni siquiera seré tu vecino y no me podrás decir nada, así que te estarás enfadando conmigo...pues me defiendo. He pedido permiso (chincha rabiña, ya de paso).

 

Y parece que eso no pueda ser. El cartel es simultáneo, reversible, puede ser leído al revés, y entonces se pierde el tono, no se siente, no se lee. El que ha bajado a la calle antes de volver de ella ha sabido que el cartel estaba autorizado, ha sentido curiosidad sobre qué tipo de información es la que se podía, desde algún momento indeterminado de su pasado cercano, empezar a divulgar mediante el cartel en cuestión... ha leído la atonal oferta; probablemente se ha decepcionado; seguramente no esté escribiendo entrada de blog alguna sobre el tema.

 

Claro está que se puede argumentar que el tono sí existe porque la defensa sí es a posteriori porque el reverso del cartel fue escrito con posterioridad...pero, sinceramente, no creo que fuera así. Creo que la idea de la oferta sí es anterior a la de la justificación del cartel -cómo de sí daría esta historia, qué personaje más interesante tendríamos delante, si no-, pero que para el momento en que se elaboró el cartel había pasado tiempo suficiente como para que ambos objetivos, ambas caras, fueran complementarios, y no sucesivos, en la mente del autor. Y para acallar posibles dudas os diré que el cartel está impreso y plastificado. Los mensajes son complementarios, fueron concebidos para leer en cualquiera de los dos órdenes posibles y eso demuestra que no hay la intención que a mí me pareció un día apreciar, y que si algo me molestó se debió exclusivamente a la mala suerte que tuve al entrar antes que salir. A eso y a lo raro que es el mundo, que resulta que entras en vez de salir y te llevas un disgusto.

Que instalen el cartel al revés. Si es reversible debe dar igual, y sería más divertido. Igual lo cambio yo y os cuento.

6 comentarios

blan -

¡¡¡Hola primo!!!
...me ha encantado la historia de la otra pobre que le rayan el coche porque tal. Como está diciendo ahora mismo el primo Manolo, "¿eso es el Líbano? Si parece Aquí no hay quién viva..."
Gran historia.
Te animo a empezar un blog sobre todo lo que te apetece decir, que te veo ansioso. Te leeré sin falta.
Un besazo, y gracias por participar! Estaré por aquí cada dos semanitas, más o menos, que la mundana vida no da para más, en tiempo, se entiende, que no así en historias...
Besitos a los dos!

Raúl -

Efectivamente, tu reducción a lo absurdo ha funcionado. Soy el primo.

Mejor no denuncies al presi. Salvo que el cartel te moleste demasiado. En mi comunidad, nueva comunidad, están a la gresca con los cartelitos, se los ponen en el ascensor, se contestan a escondidas, dicen palabrotas, tachan palabrotas y reescriben palabrotas. Se convidan a dar la cara, firman por aquí y por allá, y hasta se da el caso de una pobre mujer a la que le ha tocado una plaza de minusvalidos, que por ley debe haber cada cierto numero de habitantes en comunidad, que le rayan el coche porque creen que la usa sin autorización. La propia comunidad, ha tenido que poner carteles al respecto para bien del pobre coche y de su pobre usuaria.

En fin, que esto de vivir todos juntos, trae problemas, demasiados, un cartelito de más, o un cartelito de menos...¿que importancia tiene comparado con que en agosto todos los niños (y mayores) se bañen en la piscina común durante horas y no haya visto a ninguno utilizar los baños? Eso si que me parece trascendente :D

En fin, que la del blog eres tu.

Saludos del primo (lejano)

blan -

Qué estrés, es verdad, tengo la obligación moral de investigar y denunciar las mencionadas acciones del presidente de mi comunidad...
puf.
Por cierto, eres el primo?
No conozco más Raúles...

Raúl -

Uf!Date prisa blanquita, no sea que el cartel lo vea Almodovar y haga una película al hilo de.
Hazte con los derechos de la historia, y conviertelo en un best-seller, y pon en la contraportada que también tienes el permiso para publicar del Presidente de la finca, más conocido ya, como el Señor Nosequé.
Yo creo que le falta a este post una buena foto (o una por delante y otra por detrás) del cartelito de marras, al más puro estilo camara oculta, con los datos del Presi y el teléfono debidamente pixelados.

Bueno, pues me voy a enganchar a tu blog, resulta que si hablas de cosas tan intrascedentes como interesantes, voy a ser feliz leyendo de cuando en que.

Y mi opinión, es que en realidad, al ser humano nos tiende a molestar casi todo, y sobre todo, lo nuevo o lo desconocido. Si ves un cartel en el portal de tu casa, lo primero que piensas es en el morro de la persona que utiliza un espacio público para intentar lucrarse, pero si lo hace a través de los debidos cánones, nos molesta que de antemano se haya percatado de nuestra futura animadversión.
Lo que yo me pregunto es si realmente el Señor Presidente, Señor Nosequé, tiene potestad para permitir el susodicho cartelito. Si eso es legal y está dentro de sus facultades. Y si vamos a su casa, y le pedimos colgar un cartelito que ponga "Vendo gatitos pelirojos de nueva camada. Razón piso X o preguntar al Señor Presidente", ver que diría, comprobar si el permiso es fruto de una decisión subjetiva, y que si le parece correcto lo autoriza, o es que realmente se pueden ir colgando cositas por ahi, como si tu portal fuera un myspace tamaño natural.

blan -

Hombre, si hubiera dos carteles, uno para la calle y otro en la escalera que hiciera referencia al de la calle, aquí estaríamos inventándonos autores e intenciones aún más inverosímiles, creo yo.
Vamos, que molaría un montón.

Manolo -

A mí me parece que tienes razón en varias cosas graciosas e importantes:

Lo de que la gente maneja dos registros claramente incompatibles, y fácilmente comparables, con una desfachatez que le deja a uno perplejo. Eso tiene que ser porque realmente hay un punto ciego en nuestra percepción de ese tipo de cosas: por lo que sea no las vemos, o no nos importan.
En la publicidad pasa todo el rato. El mismo uso de famosos, ¿no? Todo el mundo sabe que los famosos cobran, y que ni siquiera han consumido el producto o, desde luego, que no lo hacen habitualmente. Esto es la cara de dentro del cartel. Pero les vemos hacer su monería y, se ve, funciona. Esto es la cara de fuera.

Lo segundo es lo de que el cartel que tenemos aquí abajo cambia de tono si se lee de dentro afuera y si se lee de fuera adentro. La cosa, creo, es que no está prevista la lectura diacrónica esta de los vecinos. Para quien haya puesto el cartel, simplemente se trata de ahorrar papel y decirnos a nosotros una cosa y a los clientes otra. Claro, lo de ponerlo en la misma hoja plastificada tiene mucho delito, y lo hace digno de ser blogueado.